Si yo pudiera darle algo, algo invaluable, sería una nubecita. Suavecita, blanca, para que la pudiera llenar siempre que quisiera llorar, y así descargarse.
Cuando le falte agua, caiga sobre él, ese llanto, abonado y cambiado, ahora como lluvia para que lo limpie y sane.
Una nube, que pueda estar en ciclo constante, según lo necesite.
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